miércoles, 6 de abril de 2011

A 25 años de la vuelta en la Bombonera

Hace exactamente un cuarto de siglo, River lograba en la Bombonera un recordado triunfo por dos a cero con tantos logrados por el Beto Alonso, uno de los mayores ídolos de la historia riverplatense. Ese 6 de abril de 1986, quedó en la memoria de todos como "el clásico de la pelota naranja" y también por la vuelta olímpica que dio el equipo en la cancha de su eterno rival. A todos los que vivieron, incluido quien esto escribe que estaba en la bandeja media de la visitante, ese partido, se le pondrá aún más la piel de gallina cuando caiga en la cuenta de que ya han pasado 25 años de uno de los clásicos más recordados y festejados por la gente de River. Si bien ya River había conquistado casi un mes antes el Campeonato 1985/86 de manera brillante, quedaba aún el reto de visitar el terreno del eterno rival. Ante la cercanía del encuentro flotaba en el ambiente un tema nada menor: si River debía o no dar la vuelta olímpica ante los ojos boquenses. Tras el partido consagratorio ante Vélez, River había jugado ante Gimnasia en La Plata (1-0, gol de Amuchástegui) en dónde había realizado previamente un moderado festejo ante sus hinchas, y otro ante Deportivo Español en el Monumental (0-1) en donde hubo muchas celebraciones y una limpia vuelta olímpica que no se había podido dar ante Vélez debido a la invasión del campo de juego. El partido siguiente era en la Bombonera y se acercaba el gran desafío, pues desde hacía muchas semanas que la gente de River cantaba aquello de "en la cancha de Boca vamos a ganar y la vuelta vamo'a dar", mientras que los boquenses no se cansaban de amenazar para que no la dieran. Incluso, hubo muchas presiones de dirigentes gubernamentales y autoridades de la AFA como para que River no diera la vuelta olímpica y se evitaran desmanes. Finalmente, se llegó a la tarde del 6 de abril con la incertidumbre sobre qué es lo que iba a pasar antes del encuentro. En los alrededores de la Bombonera y ya dentro mismo de la cancha, el ambiente se notaba muy denso y se podía cortar con una navaja. Hacía muchos años que no había una previa así del superclásico, con tanto malestar y rumores fuertes sobre incidentes. La histeria boquense se notaba mucho en los minutos previos al encuentro. Finalmente llegó el momento y apenas se asomó el plantel de Boca por el túnel, también salió River, encabezado por el Tolo Gallego, el capitán y enfilando hacia el centro de la cancha para después doblar sensiblemente hacia el sector de los palcos y encarar hacia las dos bandejas riverplatenses colmadas y en pleno festival rojo y blanco. "La vuelta en la Boca no se va a olvidar jamás", se cantó en su momento. Ciertamente que fue así. River formó con: Pumpido; Saporiti, Ruggeri, Karabín y Montenegro; Héctor Enrique, Gallego, Alfaro, Morresi; Amuchástegui y Alonso. Vale recordar que Enzo Francescoli no jugó ese partido ya que había viajado junto a la selección uruguaya que se preparaba para el mundial de México. Una vez calmados los ánimos, el árbitro Francisco Lamolina dio inicio al partido que, sorprendentemente, se jugó con la clásica pelota Tango pero de color naranja, quizás pensando en que iba a haber muchos papelitos que dificultarían la visión del balón, algo que había pasado en la primera rueda en el Monumental. No hubo para destacar demasiado hasta que, rozando la media hora, le hacen un foul a Enrique sobre la derecha. El tiro libre lo envía en forma de centro Alfaro, Alonso que se escapa de la marca y entra solo por el sector opuesto para darle un fabuloso testarazo que deja sin chances a Gatti. Delirio total en las tribunas que dan espaldas al Riachuelo. Pocos minutos después, se lesiona Karabín y entra Borelli. Boca que intenta una vez más, con mayor posesión del balón, pero chocando contra la defensa millonaria y en excelente Pumpido. En el segundo tiempo desaparece la pelota naranja, quizás por algún tema de cábala de los locales y se juga con la tradicional Tango blanca y negra. Nuevamente dominio territorial boquense que choca contra la zaga de River y un Pumpido colosal que desbarata cualquier ilusión de empate. A los 21 minutos Lamolina expulsa a Montenegro como para complicar aún más a River. El Bambino Veira ordena el ingreso de Gorosito por Amuchástegui. Desde un palco le tiran un piedrazo al DT de River. El clima no podía ser más espeso. Gatti le saca el segundo gol a Morresi. River resiste heroicamente hasta que a falta de siete minutos, un pelotazo deja a Alonso junto a Passucci que le comete infracción. Tiro libre a cargo del Beto y su zurda mágica. Le pega hacia el primer palo, pero Passucci en la barrera la desvía con las manos y va hacia el otro sector, descoloca a Gatti y se transforma en el segundo gol. Locura, gritos, las famosas fotos del Beto con la amada camiseta. De ahí hasta el final, una gran fiesta, como todo en ese mágico 1986. Ese clásico quedó para siempre en la historia y el corazón riverplatenses a pesar de que antes y después ganó partidos más importantes que ese en la cancha del eterno rival. Es que ese día la fiesta fue completa. Como tituló El Gráfico en esa oportunidad, "River tuvo su tarde inolvidable". Hace nada más que 25 años, y ese título sigue aún vigente como nunca.

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