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La imagen final, antes de que terminara el partido, mostró al Pelado reventando la pelota, ahuyentando el peligro que intentaba acercar Huracán al arco de Juan Pablo Carrizo. Así, como en todo el partido, Almeyda fue muestra de seguridad, tranquilidad y temple.
Es el corazón de River, uno de los emblemas y pieza indiscutida e imprescindible.
Contra Huracán, Almeyda sacó, quitó, distribuyó, rompió juego y hasta se dio el lujo de pisarla y salir jugando con categoría en algunas situaciones en el fondo. Los hinchas se enrojecieron las manos para aplaudirlo y bien merecido se lo tiene.
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