sábado, 29 de enero de 2011

Chichizola respondió muy bien en su debut

Chichizola se mostró firme, con la templanza de Carrizo, a quien reemplazó. Y no le anotaron, como en su debut.
Decía Gatti (y aún continúa diciendo, años y años después) que lo peor que le puede pasar a un arquero es atarse a su propio arco. Que quedarse ahí, vigilante agazapado, es condenarse a que el delantero pueda elegir, calibrar, apuntar, disparar. Dar un paso atrás, insistía el Loco, es invitarse a ser vencido, terminar enredado en tu propia red. Alumno del enorme Pato Fillol, Leandro Chichizola demostró ayer la importancia de dar un paso -ese paso- al frente. De leer cada jugada, anticiparse, aparecer antes que el peligro no se pueda evitar, o sea mucho más difícil hacerlo. En apenas su segundo partido en River (el primero, un 0-0 contra Toronto FC, el 21 de julio del 09), el arquero de San Justo, Santa Fe, demostró lo que pocos: no es necesario haber atajado un balinazo para atajar bien.
Carrizo ya le había dicho a la prensa que el chico de 20 años tiene “una gran similitud con mi estilo”. Algo, de a poco, ya se vio: un tiro libre frontal de Verón (el primero al arco) lo desactivó con una mano, sereno, parado, tirándola por arriba del travesaño. Otra similitud: no dio rebotes. Y una más, la escrita al principio: nunca se refugia en el arco, apostando a sus reflejos, sino que intenta anticipar. A los tres minutos nomás, la Gata Fernández buscó un pase largo a la espalda de los centrales y apenas levantó la cabeza ya lo tenía al santafesino (un gato blanco) apurándolo abajo. A los 31’, otra vez: la Gata pisó el área, y Chichizola no lo dejó ni respirar.
Tampoco es para escribir que el arquero tiene el temple de Carrizo y la velocidad de piernas de Costanzo, pero sí se puede asegurar que River no afloja en la crianza de cancerberos. Chichizola parece ser la última perla.

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